SEMANA 8. Jugamos al brainstorming para desarrollar nuestra mente.

Lamarck: “La función hace al órgano”.

La lluvia de ideas (en inglés brainstorming),  es una herramienta de trabajo grupal que facilita el surgimiento de nuevas ideas sobre un tema o problema determinado. La principal regla del método es aplazar el juicio, ya que en un principio toda idea es válida y ninguna debe ser rechazada. En un brainstorming se busca tácticamente la cantidad sin pretensiones de calidad y se valora la originalidad. En la práctica se alientan las ideas locas.


Nuestra actividad semanal consiste en jugar a nuestra particular adaptación de un brainstorming. Este juego se puede practicar en ratos muertos: como de camino al colegio, en las salas de espera… Se trata de dar alternativamente “soluciones” a una cuestión planteada.


He creado una baraja que engloba tres grupos temáticos:
1.- Cartas verdes: Nombrar entidades (objetos, seres, acciones, sonidos…) reales. (Descargar)
Ej.: “Vamos a decir animales carnívoros.”
2.- Cartas amarillas: Nombrar “entidades” imaginarias o inventadas.  (Descargar) Ej.: “Vamos a inventar el sonido que hace cada animal cuando se ríe.”
3.- Cartas rojas: Dar soluciones a cuestiones o desenlaces de historias modificadas. (Descargar) Ej.: “¿Qué pasaría si el tercer cerdito no hubiera hecho una casa de ladrillo?”

Desarrollo:
Una vez impresas las cartas en la cartulina del color correspondiente, se cortan para hacer la baraja. Se toma una carta y se trata de dar soluciones alternadas, entre los integrantes del grupo (quizá mamá y el peque), a uno de los puntos. Para animar nuestro particular juego se pueden hacer comentarios divertidos a las soluciones del otro (aunque en un brainstorming teórico no se enjuiciarían las propuestas). Nuestro objetivo es hacer pensar al pequeño.


Os voy a escribir, como ejemplo, el que hemos hecho Dani y yo hoy en el coche de camino al cole.

M (Mamá): Dani, ¿jugamos al brainstorming de inventar cosas?
D (Dani): Sí, si… Vamos a inventar… Vamos a inventar… ¡Cuevas!
M: ¿Cuevas…? ¿Cuevas…? ¿Se pueden inventar cuevas?
D: Claro mami, empieza.
M: Bueno voy. Me invento una cueva… una cueva… dentro de una nube.
D: Pero te vas a mojar.
M: No, porque llevo impermeable.
D: Vale. Ahora yo, me invento una cueva de gelatina.
M: ¿Y de qué color es?
D: Es verde.
M: Pero si te la comes se cae la cueva.
D: No porque es muy grande y te duele la barriga antes.
M: Vale me invento una cueva en el fondo de la piscina.
D: Pero no puedes llegar.
M: Sí porque voy buceando y hay una cavidad con aire donde me paro a respirar.
D: Pero mejor vas en submarino... Bueno yo me invento una cueva de bellotas.
M: Pero se las pueden comer las ardillas.
D: No porque las meto en una jaula.
M: Vale, pues yo me invento una cueva de cristal.
D: Pero entonces no vas a poder salir.
M: Sí porque tiene puerta.
D: Pero te puedes cortar.
M: No porque son láminas de vidrio que no cortan. Lo que sí es que me pueden descubrir.
D: Creo que esa idea no es muy buena mamá. Me invento una cueva en un árbol para pájaros.
M: ¡Qué chula! Y puede estar comunicada por un pasadizo con otra cueva en otro árbol…
(Así seguimos con una docena de cuevas más de distintos materiales, emplazamientos, olores...)