Este relato forma parte de mi diario personal "Sueño secreto de princesa". Lo escribí cuando aún no habían nacido mis peques, Daniel y David, recién había sufrido mi segundo aborto. Es un fragmento del relato con el que participo en el concurso literario del cole de Dani. Si habéis visitado Venecia recuperaréis bonitas sensaciones y si planeáis ir seguro que os atraerá más la idea.
Mi vida ha vuelto a ser
mi alegre vida, o quizá más. Exprimo cada momento hasta sacarle el mejor de sus
jugos. Durante estos dos meses de reposo exigidos a mi útero, he olvidado que
un día quise ser madre o incluso que acaricié ese sueño. Mi cerebro me invita a
hacer cosas divertidas a cada momento y a no parar de sonreír. Cuando alguien
se acerca cabizbajo a decirme que lo siente, tardo al menos un segundo en
deducir su propósito…
Mi príncipe concluyó su
curso de comandante con destacados méritos y como celebración organicé una escapada de varios
días a la romántica isla de Venecia. Venecia se presentó como una bella dama
enfangada hasta los tobillos. Sus tiros largos arrugados y empapados en los
bajos, mantenían su esplendor y opulencia por encima de la rodilla. Venecia se
mantenía perfectamente peinada y hermosamente maquillada sobre una tez madura
que agravaba su belleza acumulada con la experiencia. Sonreía ajena a su
futuro, tratando de disfrutar la magia del presente. Tras de ella se oían
murmullos: -Venecia se hunde, mira ya ha perdido sus botines de seda con
plataforma-. Pero la dama se hallaba más estirada y orgullosa que nunca,
disfrutando el acariciar de las olas sobre su empeine desnudo mientras sus
dedos descalzados se escondían entre los inconsistentes lodos. Miraba de reojo
al Lido sabiéndolo su protector, pero Venecia nunca osó a bajar su barbilla
para reclamar ayuda. Una dama elegante moriría inmóvil antes de despeinarse
para demandar asistencia. Hubo alguna oscura noche que ante la ausencia de ojos
espía, Venecia se despojó de algunos de sus trajes para alzarse de nuevo sobre
los mismos. Esos pesados vestidos le dieron unos momentos de ilusión pero
fueron poco a poco engullidos por los lodos de igual manera. Mientras tanto
todos sus amantes se volvían locos buscando una manera de salvar a su única y
más bella dama. El peso del orgullo histórico de Venecia nunca le hubiera
permitido doblegarse a abandonar su laguna, su hogar, su historia. Los
cimientos de su base eran difícilmente reparables por lo que todos se afanaban
en asustar a los mares que deseaban en exclusiva para sí todo el esplendor de
la dama. El mar pensaba que ya la había compartido demasiado tiempo, y éste era
su momento. ¿Qué puede luchar contra la fiereza del mar? Quizá solo un amor
sincero.
El primer día,
recorrimos la ciudad con perfil de pez, a pie. Pretendimos convertirla en villa
de tierra seca, pero los canales nos perseguían para concluir siempre
cercándonos el camino. El gran canal escindía la ciudad en dos partes grabadas
por pequeñas ramificaciones del mismo. Las iglesias aparecían en cada rincón
como súplica al cesar de la peste negra que en su día enlutó la alegre villa.
Es contradictorio que el resultado de una tragedia sea algo tan hermoso.
Seguimos recorriendo la ciudad mirando hacia arriba. El gran canal fue testigo de
nuestras manos entrecruzadas. Nuestras palmas abrazadas fueron testigo del
camino de huida de Casanova. Y la ruta de fuga del espía fue refrendaria de la
historia de la ciudad más romántica jamás conocida. Almorzamos con el susurro
de las afiladas góndolas surcando el canal. Era extraño cómo aún se podía
sentir la paz en una ajetreada ciudad inundada de bulliciosos turistas y
vaporettos por doquier. Perseguir con la vista el suave remar del gondolero
concentraba todos los sentidos en el acto y eliminaba el resto de percepciones
de la escena. Venecia abrió sus canales a nuestros ojos y nos permitió
disfrutar del arte y el gusto en cada museo a la sombra de las iglesias.
Caminamos junto al mercado de Rialto inundado de frutas y verduras llegadas del
mar. Paseamos por la descomunal Plaza de San Marco con todos sus edificios
insignes distrayendo sus mentes en las melodías de Vivaldi para olvidar la
última anegación. Descalzamos nuestros pies en solidaridad frente al puente de
los suspiros. Admiramos el arte único de cada mascara que viste la ciudad en
carnaval, para acabar reposando en un bañera rebosante de espuma en un
exclusivo hotel en la segura Mestre. Los
exquisitos platos locales colmaron nuestras reparadoras cenas junto al
embarcadero del hotel. Los espumosos italianos hicieron surgir inocentes
sonrisillas en nuestras ya de por si alegres teces. Que bendición el aceite de
oro de Italia, su exquisita pasta y los pescados del Adriático.
Un día sin conocer el
destino, el azar nos llevó a coger un vaporetto vacío. El agradable paisaje,
las gratas brisas y el encantador acunar nos hizo alcanzar sin darnos cuenta la
glamurosa isla de Lido. Alquilamos unas bicicletas para emular a las estrellas
en el festival de cine. Pedaleamos junto a una interminable playa henchida de
casetas estampadas en rayas marineras que te trasladaban medio siglo atrás en
un lugar de vacaciones exclusivo. Recordé el olor a San Sebastián mientras
conquistábamos la alargada isla. Según imprimíamos metros a nuestras cubiertas,
la sencillez y la paz se hacían con el entorno. Me empecé a sentir en la
auténtica Italia del interior con todos sus aromas.
El elegante mar
arrugado a nuestra izquierda le cedió el paso a la plácida y sencilla laguna a
nuestra derecha. La misma nos invitaba a avanzar a su lado hasta que dimos con
el final del arrecife. Un trasbordador abría sus puertas en el mismo momento
que oteábamos el beso de la laguna y el mar. Sin parar de pedalear un momento,
nos vimos rodeados de un par de vehículos sobre la nave que cruzaba una de las
entradas del mar a la laguna. Era un paso salvador que la alimentaba pero que
también amenazaba la existencia de Venecia. A veces lo que te da la vida,
también te la puede quitar. Descendimos en la siguiente isla. Pellestrina era
un frágil rompiente alargando que hacía una década fue engullido por la fiereza
del mar, ansioso por conquistar la laguna. Mientras pedaleábamos podíamos
divisar el contraste de las aguas a ambos lados. La paz era total en aquel
precioso estático lugar. Todas las edificaciones daban la espalda al malvado
Adriático y quedaban encaradas a la amable e indefensa laguna. Acabamos almorzando
en un precioso balcón sobre el lago donde los pescados debían de venir directos
del cielo.
El contraste entre la
belleza del arte de la piedra esculpida en los palacios de Venecia y el arte de
las piedras acumuladas para ayudar a conservar este atolón natural, fue el
triunfo de nuestra inolvidable visita a la más bonita ciudad de la tierra sin
lugar a dudas, una ciudad para llevar en el corazón; una ciudad con un sueño de
futuro incierto.
Ostras María, se me han puesto los pelos de punta. Eres una fantástica escritora. Además desconocía lo de tus dos abortos. Buff.
ResponderEliminarUn besazo a tí y a tus tres chicos que tienen mucha suerte de tenerte como mami y como compañera de viaje.
MUAKKK
Muchas gracias Helena eres un sol, ya lo sabes. Besitos.
ResponderEliminarMuy bonito. Gracias por compartirlo. Besikos!
ResponderEliminarComo ya sabes me ha encantado y te animo a que escribas relatos como éste más a menudo. Además estoy totalmente deacuerdo contigo: Venecia es la ciudad más bonita de la tierra, tiene un encanto que personalmente no he encontrado en ninguna otra de las que conozco. Te deseo mucha suerte. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Patricia. Yo también te deseo mucha suerte. Me encanta tu blog que es una preciosa enciclopedia de conocimientos, donde no se escapa nada que tenga que ver con cada entrada que nos ilustra. Muchos besos.
ResponderEliminarVaya, María, me has dejado sin palabras...
ResponderEliminarEscribes muy bien, retoma, si tienes algún ratito libre, ese diario de princesa... aunque ahora ya seas reina!
Un abrazo
Ja ja, gracias Begoña. La verdad es que ya acabé ese diario, ya cumplí mi sueño... de princesa. Ahora cuando los peques estén un poco encarrilados iré a mi por mi sueño... de reina ja ja. Besitos guapa, espero que esteis muy bien, que se tiene que estar de maravilla por tu preciosa tierra en esta primavera.
ResponderEliminarMaría
ResponderEliminar¡qué relato!. Me ha encantado ..y espero que podamos leer más.
Saludos :))
Precioso. Escribes muy bien. Te deseo mucha suerte y felicidad.
ResponderEliminarUn Saludo
http://yanethpoints.blogspot.com/
He disfrutado al leerte, espero que el jurado del concurso también! Un saludo.
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