lunes, 12 de marzo de 2012

De Venecia... Extracto de mi diario íntimo.



Este relato forma parte de mi diario personal "Sueño secreto de princesa". Lo escribí cuando aún no habían nacido mis peques, Daniel y David, recién había sufrido mi segundo aborto. Es un fragmento del relato con el que participo en el concurso literario del cole de Dani. Si habéis visitado Venecia recuperaréis bonitas sensaciones y si planeáis ir seguro que os atraerá más la idea.


 DE VENECIA…

Mi vida ha vuelto a ser mi alegre vida, o quizá más. Exprimo cada momento hasta sacarle el mejor de sus jugos. Durante estos dos meses de reposo exigidos a mi útero, he olvidado que un día quise ser madre o incluso que acaricié ese sueño. Mi cerebro me invita a hacer cosas divertidas a cada momento y a no parar de sonreír. Cuando alguien se acerca cabizbajo a decirme que lo siente, tardo al menos un segundo en deducir su propósito…

Mi príncipe concluyó su curso de comandante con destacados méritos y como celebración organicé una escapada de varios días a la romántica isla de Venecia. Venecia se presentó como una bella dama enfangada hasta los tobillos. Sus tiros largos arrugados y empapados en los bajos, mantenían su esplendor y opulencia por encima de la rodilla. Venecia se mantenía perfectamente peinada y hermosamente maquillada sobre una tez madura que agravaba su belleza acumulada con la experiencia. Sonreía ajena a su futuro, tratando de disfrutar la magia del presente. Tras de ella se oían murmullos: -Venecia se hunde, mira ya ha perdido sus botines de seda con plataforma-. Pero la dama se hallaba más estirada y orgullosa que nunca, disfrutando el acariciar de las olas sobre su empeine desnudo mientras sus dedos descalzados se escondían entre los inconsistentes lodos. Miraba de reojo al Lido sabiéndolo su protector, pero Venecia nunca osó a bajar su barbilla para reclamar ayuda. Una dama elegante moriría inmóvil antes de despeinarse para demandar asistencia. Hubo alguna oscura noche que ante la ausencia de ojos espía, Venecia se despojó de algunos de sus trajes para alzarse de nuevo sobre los mismos. Esos pesados vestidos le dieron unos momentos de ilusión pero fueron poco a poco engullidos por los lodos de igual manera. Mientras tanto todos sus amantes se volvían locos buscando una manera de salvar a su única y más bella dama. El peso del orgullo histórico de Venecia nunca le hubiera permitido doblegarse a abandonar su laguna, su hogar, su historia. Los cimientos de su base eran difícilmente reparables por lo que todos se afanaban en asustar a los mares que deseaban en exclusiva para sí todo el esplendor de la dama. El mar pensaba que ya la había compartido demasiado tiempo, y éste era su momento. ¿Qué puede luchar contra la fiereza del mar? Quizá solo un amor sincero.

El primer día, recorrimos la ciudad con perfil de pez, a pie. Pretendimos convertirla en villa de tierra seca, pero los canales nos perseguían para concluir siempre cercándonos el camino. El gran canal escindía la ciudad en dos partes grabadas por pequeñas ramificaciones del mismo. Las iglesias aparecían en cada rincón como súplica al cesar de la peste negra que en su día enlutó la alegre villa. Es contradictorio que el resultado de una tragedia sea algo tan hermoso. Seguimos recorriendo la ciudad mirando hacia arriba. El gran canal fue testigo de nuestras manos entrecruzadas. Nuestras palmas abrazadas fueron testigo del camino de huida de Casanova. Y la ruta de fuga del espía fue refrendaria de la historia de la ciudad más romántica jamás conocida. Almorzamos con el susurro de las afiladas góndolas surcando el canal. Era extraño cómo aún se podía sentir la paz en una ajetreada ciudad inundada de bulliciosos turistas y vaporettos por doquier. Perseguir con la vista el suave remar del gondolero concentraba todos los sentidos en el acto y eliminaba el resto de percepciones de la escena. Venecia abrió sus canales a nuestros ojos y nos permitió disfrutar del arte y el gusto en cada museo a la sombra de las iglesias. Caminamos junto al mercado de Rialto inundado de frutas y verduras llegadas del mar. Paseamos por la descomunal Plaza de San Marco con todos sus edificios insignes distrayendo sus mentes en las melodías de Vivaldi para olvidar la última anegación. Descalzamos nuestros pies en solidaridad frente al puente de los suspiros. Admiramos el arte único de cada mascara que viste la ciudad en carnaval, para acabar reposando en un bañera rebosante de espuma en un exclusivo hotel en la segura  Mestre. Los exquisitos platos locales colmaron nuestras reparadoras cenas junto al embarcadero del hotel. Los espumosos italianos hicieron surgir inocentes sonrisillas en nuestras ya de por si alegres teces. Que bendición el aceite de oro de Italia, su exquisita pasta y los pescados del Adriático.
Un día sin conocer el destino, el azar nos llevó a coger un vaporetto vacío. El agradable paisaje, las gratas brisas y el encantador acunar nos hizo alcanzar sin darnos cuenta la glamurosa isla de Lido. Alquilamos unas bicicletas para emular a las estrellas en el festival de cine. Pedaleamos junto a una interminable playa henchida de casetas estampadas en rayas marineras que te trasladaban medio siglo atrás en un lugar de vacaciones exclusivo. Recordé el olor a San Sebastián mientras conquistábamos la alargada isla. Según imprimíamos metros a nuestras cubiertas, la sencillez y la paz se hacían con el entorno. Me empecé a sentir en la auténtica Italia del interior con todos sus aromas.
El elegante mar arrugado a nuestra izquierda le cedió el paso a la plácida y sencilla laguna a nuestra derecha. La misma nos invitaba a avanzar a su lado hasta que dimos con el final del arrecife. Un trasbordador abría sus puertas en el mismo momento que oteábamos el beso de la laguna y el mar. Sin parar de pedalear un momento, nos vimos rodeados de un par de vehículos sobre la nave que cruzaba una de las entradas del mar a la laguna. Era un paso salvador que la alimentaba pero que también amenazaba la existencia de Venecia. A veces lo que te da la vida, también te la puede quitar. Descendimos en la siguiente isla. Pellestrina era un frágil rompiente alargando que hacía una década fue engullido por la fiereza del mar, ansioso por conquistar la laguna. Mientras pedaleábamos podíamos divisar el contraste de las aguas a ambos lados. La paz era total en aquel precioso estático lugar. Todas las edificaciones daban la espalda al malvado Adriático y quedaban encaradas a la amable e indefensa laguna. Acabamos almorzando en un precioso balcón sobre el lago donde los pescados debían de venir directos del cielo.

El contraste entre la belleza del arte de la piedra esculpida en los palacios de Venecia y el arte de las piedras acumuladas para ayudar a conservar este atolón natural, fue el triunfo de nuestra inolvidable visita a la más bonita ciudad de la tierra sin lugar a dudas, una ciudad para llevar en el corazón; una ciudad con un sueño de futuro incierto.

10 comentarios:

  1. Ostras María, se me han puesto los pelos de punta. Eres una fantástica escritora. Además desconocía lo de tus dos abortos. Buff.
    Un besazo a tí y a tus tres chicos que tienen mucha suerte de tenerte como mami y como compañera de viaje.
    MUAKKK

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  2. Muchas gracias Helena eres un sol, ya lo sabes. Besitos.

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  3. Muy bonito. Gracias por compartirlo. Besikos!

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  4. Como ya sabes me ha encantado y te animo a que escribas relatos como éste más a menudo. Además estoy totalmente deacuerdo contigo: Venecia es la ciudad más bonita de la tierra, tiene un encanto que personalmente no he encontrado en ninguna otra de las que conozco. Te deseo mucha suerte. Besos.

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  5. Muchas gracias Patricia. Yo también te deseo mucha suerte. Me encanta tu blog que es una preciosa enciclopedia de conocimientos, donde no se escapa nada que tenga que ver con cada entrada que nos ilustra. Muchos besos.

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  6. Vaya, María, me has dejado sin palabras...
    Escribes muy bien, retoma, si tienes algún ratito libre, ese diario de princesa... aunque ahora ya seas reina!

    Un abrazo

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  7. Ja ja, gracias Begoña. La verdad es que ya acabé ese diario, ya cumplí mi sueño... de princesa. Ahora cuando los peques estén un poco encarrilados iré a mi por mi sueño... de reina ja ja. Besitos guapa, espero que esteis muy bien, que se tiene que estar de maravilla por tu preciosa tierra en esta primavera.

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  8. María

    ¡qué relato!. Me ha encantado ..y espero que podamos leer más.

    Saludos :))

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  9. Precioso. Escribes muy bien. Te deseo mucha suerte y felicidad.
    Un Saludo
    http://yanethpoints.blogspot.com/

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  10. He disfrutado al leerte, espero que el jurado del concurso también! Un saludo.

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