Esta Semana Santa hemos estado en el norte, acariciando nuestros orígenes.
Partimos desde Logroño a Bilbao, la tierra de mi madre. Visitamos el fantástico museo
Guggenheim y nos enamoramos una vez más de
Puppy, la mascota que Jeff Koons llevó a la inauguración del museo pero que tanto enamoró a los vascos que no permitieron que dejase de custodiar su museo insigne a modo de dragón chino.
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El gran árbol y el ojo" de Kapoor emocionó a David que no entendía cómo no habían hecho un acceso a tal paraíso de "pelotas".
Nuestra siguiente parada fue Noja que vigila a la playa de Isla, imborrable en mi memoria por todos aquellos interminables veranos en la casa de Arnuero de mi MUY querida abuela Isabel.
El tiempo no nos permitió ir a la búsqueda de quisquillas, cangrejos, navajas, y berberechos, pero pudimos convertirnos en cazadores de "magochis" imaginarios.
Nos alojamos en el
Gran Hotel Liber&Spa, al que tenemos un cariño muy especial. No os perdáis su peculiar Spa.
Siempre nos tratan tan bien y tiene ese olor especial...
Visitamos el
Parque de la Naturaleza de Cabárceno pero esto os lo contaré otro día.
También fuimos a Santander. La encontré todavía más bonita que cuando me mudé allí para trabajar en Bosch Siemmens. La gente del norte es extraordinaria y si hay sequía consiguen que llueva aunque sea explotando nubes a cañonazos.
Si hay que hacer un carrusel, que sea de dos pisos que los niños tienen que practicar escalada desde muy peques.
Como buenos hombres de mar, cualquier excusa es buena para hacerse con una anchoita.
Luego hicimos una excursión en barco por la preciosa bahía de Santander.
El
Palacio de la Magdalena permanecía mas señorial y elegante si cabe que como lo recordaba.
Decidímos dar un paseo por el mismo y encontramos que en el norte utilizan tuneles del tiempo para acceder a...
la playa del Palacio... ¡¡¡Uau!!!!
A pocos metros encontramos el paraíso soñado para hacer un picnic junto a una piscina natural.
Como esto es el norte, los barcos amarran en el paseo y con una marea alta y un empujoncito... a navegar.
Sus parques, en vez de patos y palomas tienen... leones marinos, focas y...
unos arreglados pingüinos dispuestos a tomar unos cortes de helado en el paseo Pereda.
Para terminar, hay que ir a tomar paella al Barrio pesquero. Las cocinan en la calle y si llueve, qué mas da, para eso está el paraguas.
De regreso, paramos en Castro Urdiales a comprar pasteles para los que no nos pudieron acompañar.
Ha sido una Semana Santa inolvidablemente dulce en la que hemos aprendido mucho del norte pero sobre todo de sus gentes que son lo más especial. Gracias por compartir con nosotros todo lo mejor que tenéis. Os admiramos mucho.