Otro día visitamos el impresionante Castellfollit de la Roca.
Sobran las palabras.
En una ciudad aferrada al acantilado.
Las vistas claro, inigualabres.
Recorrimos puentes de madera.
Puentes de piedra.
Miramos al infinito.
Con paso firme.
Las rocas parecían esculturas únicas e inigualables.
También abrimos la puerta de la más bella tierra de volcanes en Olot.
Los peques exploraban cada torre de vigilancia. Nosotros recordamos sus pabellones de cristal y nuestra romántica visita un año atrás.
Dani quiso saber qué se sentía en el centro del cráter de un volcán. Era como estar en el origen de la tierra.
Visitamos la fageda d´en Jordá, verdadero hogar de duendes, elfos y seres mágicos del bosque.
Dani nos guió en el camino.
No perdimos detalle del silencio, el olor, los contrastes y cada una de las sorpresas que allí nos aguardaban.
Descubrimos que el relieve, no eran sino besos de las burbujas que antaño mandaba el corazón de la tierra.
Entonces llegó el regreso, a la rutina, al mundo que conocemos pero con el más bello recuerdo de un entorno mágico anegado de muchos regalos de la naturaleza a una tierra sencillamente única. Os animo a que hagáis esta escapada inolvidable.
Que bonitos rincones de nuestra tierra, tan cerca y tan bello!
ResponderEliminarUn beso familia!