(Perdonadme pero esta noche me he vuelto loca.)
Ésta soy yo
recogiendo patatas de pequeña, felizmente, en el huerto de mi muy admirada
abuela Isabel. Había tortas entre los primos para conseguir ese pequeño azadón sobre la carretilla.
Desconozco la ley del trabajo, pero cuando miro a la calle veo, por un lado un muy pequeño reducto de niños prodigios espoliados de su infancia dirigida por adultos y un grupo general de niños hacinados en escuelas, formándose para convertirse en trabajadores a partir de una barrera muy clara (los 16 años, 18, 21, 24...) edad determinada por la obtención de un papel enmarcado y firmado por SSMM el Rey de España.
Imagino que en las tribus más cerradas no existe una barrera límite de separación entre el trabajo y el aprendizaje. Por otro lado Howard Gardner afirma que vamos a pasar el resto de nuestra vida aprendiendo. ¿Por qué posponemos el trabajo para una segunda etapa? ¿para proteger nuestra inocente infancia de una posible infelicidad futura? Yo siempre digo que aprendí más en mi primer mes de trabajo que en todos mis años de carrera universitaria juntos.
Recuerdo ese test que hacíamos en COU, por el cual, un
psicólogo mago adivinaba a través de su bola de cristal nuestra futura
profesión. (A mi me predijo que podría trabajar en todo lo que quisiera menos
en la rama sanitaria y así creo que lo he hecho, metiendo mi hocico por todas
partes salvo en las salas de inyecciones, quizá muy al pesar de mi madre
podólogo.)
¿Qué pasaría si nuestros peques, a modo de juego, pasasen un
7% del tiempo escolar en un negocio/empresa REAL de poco riesgo, montando por
ellos mismos desde el propio centro escolar, rotando por distintos puestos,
tomando decisiones y reinvirtiendo sus ganancias en otros proyectos u ONGs? ¿Significaría
esto robarles la infancia, introduciéndoles tempranamente en el mundo del estrés
y las preocupaciones? (Pensad que el estrés se lo estamos transmitiendo ya deliberadamente
con sus ocupadas agendas de extraescolares y deberes académicos a veces poco
motivantes.) ¿Podría ser esto una manera
de hacerles partícipes de su aprendizaje más adaptado a su futuro y de que
fuesen encontrando su “elemento” de una manera más motivante?
Solo dan ganas a tu comentario de decir AMEN!!!
ResponderEliminarMe encanta tu blog
Gracias anónimo. Espero que alguien ponga la voz en grito. Besitos.
ResponderEliminarMe parece una idea fantástica. Ahora hay que ver cómo ponerla en práctiva. ¿Sirve ir a recoger la aceituna con la familia? Besos
ResponderEliminarImagino que la aceituna darían más créditos que las patatas porque cunden menos. Besitos.
ResponderEliminarbuena idea!! En el chalet de mis padres, mi padre tiene una superhuerta que hay de todo, le llamamos Frutas y Verduras Tomás, y en algun momento nos toca currar para ayudarle a recoger las patatas, pimientos, naranjas ó aceitunas (que por cierto ésto de recojer la aceituna es supercansino)Maria tiene razón por las aceitunas deberán de dar más créditos, ja ja. Por cierto que mona éstas en la foto!! Xaito
ResponderEliminarMona no, que soy la india recogepatatas ja ja. Besitos.
ResponderEliminarEso que tú propones de la escuela me parece perfecto, pero hay que tener cuidado porque ayudar en casa o en la tienda de la abuela está bien... si se convierte en obligación, supone un tanto por ciento elevado de la jornada, etc. creo que ya no es tan enriquecedor y pasa a ser algo que tal vez sí puede robarles parte de su infancia, como los típicos hermanos mayores que no pueden salir a jugar con sus amig@s por tener que cuidar del pequeñ@... yo tuve una amiga "canguro" de su hermano pequeño y la pobre estaba amargada.
ResponderEliminarTienes toda la razón Leticia. En realidad mi objetivo con esta entrada con intenciones polémicas no es que los peques trabajen realmente, sino que nos cuestionemos por qué la educación mira de espaldas a la vida y al trabajo laboral que son las dos cosas para las que realmente se les está educando. Besitos guapa y muchas gracias por aportar luz.
ResponderEliminarHay un dicho popular que dice "el que no sirve, no sirve"
ResponderEliminarCreo que las experiencias extracurriculares son muy positivas, pero siempre y cuando midamos la madurez de nuestros chicos.
Recuerdo que mi padre nos llevaba de pequeñas a un asilo público y nos enseñó a valorar una conversación con los ancianos, atenderles por unos cuantos minutos y luego satisfechas de ser útiles nos íbamos a jugar al parque.
A buscar el dinero para nuestros campamentos de verano, vendiendo papel reciclado, frutas, chuchadas, y aunque ellos podían hacerlo, nos animaban a buscar por nuestros medios.
No es explotación, es enseñarle a un chico a pescar.
Espero hacer lo mismo con mi nena.
Hola María me encantan todas tus entradas, por cierto, pasate por mi blog que tienes un premio que recoger. Un besazo.
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ResponderEliminarMe encanta la idea, además Esto podría fomentar el trabajo cooperativo y en equipo. Tomar decisiones entre todos, luchar todos por un mismo objetivo y por el éxito del grupo y no por éxitos individuales
ResponderEliminarAjam.
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